En un sol y medio murieron todos.
No me enteré, no los conocí
pero los siento como a mi cuerpo,
como mi cuerpo cuando está lleno de aire.
Aunque no alcance.
Los escucho cuando cada bocanada duele.
Son el peso en mi pecho, y así siguen vivos:
en mi llanto, en mi asfixia.
Dicen presente en cada canto, todas mis muertes.
Presentes, ahora y siempre.