5.3.13

Lo que me llevo (contracara de Lo que te dejo)

Me llevo pila de aprendizajes y descubrimientos
un vocabulario ampliado
un inventario de anécdotas y recuerdos
un acento híbrido, una identidad transplatense.

Me llevo neologismos para lo inventado
y silencios para lo inefable
cómplices para usar el corazón
rostros para poblar mi desván
y el cierre de una historia.

Me llevo grappamiel para alguna noche fría
el termo abajo del brazo, entre las costillas
una lapicera que escribe lo que quiere
lágrimas de felicidad
un llavero, y quizás algunas llaves.

Me llevo una luna roja
cielos y ojos de los más lindos que vi
desafíos y promesas por cumplir
una adicción a las sorpresas
una vida de yapa.

Me llevo ganas
de volver
de hacer
de viajar
de soñar
de crear
de creer
de vos
de tener ganas.

Me llevo mi casita de caracol
mis raíces de agua
una mochila más liviana
un barquito de papel, sin ancla
un pasaje siempre abierto.

Me llevo un reflejo nuevo
montones de puentes y conexiones
hábitos propios y prestados
horizontes que nunca imaginé.

Me llevo mi placentera soledad
muchos kilómetros recorridos
los brazos abiertos para los que me esperan
y una alegre despedida.

Me llevo el carnaval en las venas
una pasión por Conaprole
un amor de película
una mano grabada en un vaso
y línea directa al paraíso.

Me llevo una lista de quehaceres
la paciencia por lo inesperado
un juego eterno de apuestas
una vibración compartida.

Me llevo mugre de cada destino
olas y hamacas
sonrisas, horas y tesoros robados
arena en las orejas y sal en la piel
un coro de risas.

Me llevo mis momentos de encuentro
el salchichón de chocolate
medio paquete de Canaritas (siempre contigo)
terribles escenas de morleta
dos toallas en un perchero.

Me llevo barro en los pies
cataratas de condensación de carpa enmantecada
la tranquilidad de dormir acompañada
el desprecio por lo seguro y lo cómodo.

Me llevo mis días descalza
marcas a fuego
instantes eternos
lo fugaz, genuino, espontáneo, efímero, intenso
juegos de palabras y conciertos a capella.

Me llevo un proyecto de banda
una canción nunca escrita
muchas páginas manchadas de tinta
y pinceladas de sensaciones en el alma.

Me llevo la magia de los niños
-en todos sus envases-
el mareo del río
un aroma a coco y pino
churros con dulce de leche y tortas fritas.

Me llevo tormentas de cuentos
arrullos para dormitar
energías de todos los tipos
intercambios inspiradores.

Me llevo nuestra historia
y la que queda por inventar.
Me llevo tiempo que le ganamos a la muerte.
Me llevo espacio para todos mis huéspedes.

Me llevo senderos flotantes
y grutas submarinas
islas de deseo
el fluir de vientos y corrientes
el saberme perdida y feliz.

Me llevo bailes con sabor
refugios de madera
puertas sin cerraduras
siestas bajo el sol
aventuras sin fin.

Me llevo el delirio en el desierto
algún paisaje que ya olvidé
nuestros nombres de fantasía
y creencias encantadoras.

Me llevo el estar a la deriva
la entrega del peso a la tierra
el dejarme mover por fuerzas desconocidas,
relajar el pensamiento y sentir la brisa que hace cosquillas.

Me llevo un rollo de fotos mentales
el alivio de no tener nada que esconder
desayunos y banquetes
llamadas de larga distancia.

Me llevo una pulsera y un collar
una cicatriz en el hombro (con orgullo)
preguntas existenciales
reflexiones merecedoras de libros.

Me llevo incontables carcajadas
los pequeños y valiosos placeres
dibujos que nos regalaron
y huellas que nos dejaron.

Me llevo un diario de viaje muy curtido
cantidad de mapas que ni necesitamos
boletos, cartas, tarjetas y tickets.
Me llevo a las Gurisas del Infinito
y mil definiciones de felicidad.

Me llevo tatuajes invisibles
y un destello en los ojos
los colores del verano
el gustito de la libertad
y haberme acostado entre sábanas de estrellas.

Me llevo la satisfacción de haber exprimido cada segundo.

Me llevo los lugares que me sedujeron,
a los que puedo ir cuando guste.
Me llevo la decisión por el presente.

Me llevo abundante aire en los pulmones y en las alas
Me llevo hacia la otra orilla, pero casi como si no lo hiciera.

Me llevo la convicción de que esta enumeración no es exhaustiva
ni hace justicia a lo vivido,
pero una vez más, las palabras no alcanzan.
Como la realidad, que tampoco es suficiente.




 
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