6.4.13

Me tomé un mate lavado, con yerba argentina flotando en la superficie y me dije: algún día tengo que empezar. Aunque no lo pueda visualizar, tengo que arrancar. Va siendo momento de dejar de jugar con castillos de arena y empezar a jugar con otros materiales. Construir, proyectar, a esas palabras adultas aburridas, cambiarles el sesgo. Intentar escribir una página que pueda se continuada al otro día, que no muera en unos párrafos nocturnos. Señalar direcciones hacia las que caminar, y dar el primer paso antes de cambiarlas por completo. Comprometerme con los futuros, hacerme su amiga, atreverme a habitarlos con la imaginación.
Crear, lo que sea, pero hacerlo. Crear y creer. Canalizar mis ganas de todo en algos. Sin olvidarme de disfrutar los caminos, sin obsesionarme con las llegadas. Sólo tratar de que los ladrillos que voy amontonando tengan algún sentido, en sí mismos y en el conjunto. Inventar un techo que me/nos ampare (con rueditas, obvio).

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