27.10.10
La siempre vigente analogía de los anteojos con cristales de colores vuelve a surtir efecto. Con sólo probarse unos nuevos, un torrente de hechos recoloreados se sucede en el recuerdo. Un potente ejercicio para la vista, para entrenar los músculos que permiten ver todo eso que suele pasar desapercibido. A veces no encontramos los cristales adecuados, pero cuando sí... por más raro que suene, los colores pueden aportar mucha claridad.
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