La dinámica: una pieza se mueve, configurando toda una situación al determinar las posibles respuestas de los otros jugadores y obligándolos a definir posición. Poco importan las estrategias y los motivos, las explicaciones no suman nada; en el juego sólo cuentan las acciones. Pero ningún jugador es tan hábil como para preveer todos los campos a los que les está abriendo la puerta. Algunas veces las jugadas resultan imprevistas, y las fichas deben reacomodarse nuevamente. Hasta que nadie grite 'jaque mate', cualquier cosa puede suceder. Aunque no todo jugador se atreve a improvisar movimientos sobre la marcha y confiar en su instinto. Quien sí se atreva, gane o pierda el partido, estará escribiendo otra historia, y eso también es un triunfo -o una demostración de valentía y entereza-.

Al fin y al cabo, es un juego.